La luz al final del camino
¡¡Cuántas ganas de escribir esta nota!!.
Muchos de vosotros sabéis que acabo de pasar por una de esas malas experiencias que hacen a uno como mínimo reflexionar acerca de la vida, llegando en algunos casos a plantearse el sentido de la vida.
El viernes 6 de Abril, maldito día que no podré borrar nunca de mi memoria, sufrí un edema pulmonar agudo complicado con una intoxicación de toxinas tiroideas. Traducido al lenguaje más sencillo: estuve al borde de la muerte. Ví la luz al comienzo del camino.
Pero los médicos cumpliendo inmejorablemente con su labor consiguieron retenerme allí. Me tumbaron allí y esperaron que vosotros me convencieráis para no partir.
Todo se volvió negro. No sabía que hacía allí. Ni sabía cómo escapar de allí.
Uno a uno, cada uno de vosotros, desfiló ante mi dándome su apoyo, su energía. Día a día, cada uno de vosotros abriáis los ojos en las camas esperando que yo lo hubiera hecho en la de la UCI. Segundo a segundo, creyentes y no creyentes, niños y mayores, pediaís a Dios que me diera fuerzas para abrir los ojos. Perdiáis vuestro tiempo para unir vuestras fuerzas a las de Silvia e intentar arrancarme de la oscuridad.
Y gracias a vuestras ilusiones, vuestras fuerzas, vuestras razones, vuestro amor, vuestros sentimientos, vuestros deseos, vuestros anhelos, al final desperté.
Hoy puedo daros las gracias a todos desde la tranquilidad de mi casa, desde mi ordenador, abrazado a mi maravillosa mujer, que ha luchado a brazo partido a mi lado, sufriendo lo insufrible, haciendo posible lo imposible. Y acariciando a mi futura hija, la cual ahora sólo se tranquiliza cuando nota la voz y la mano de su padre.
Me siento más unido a todos vosotros que nunca. Ya conocía el significado de la palabra amistad pero ahora la conozco a un nivel superior. Sólo confio en enseñaros en algún momento ese nivel.
Me gustaría daros las gracias personalmente uno a uno pero sois tantos los que habéis ayudado que tardaría varias vidas en hacerlo. Imaginad que lo hago. Recibid mi agradecimiento en forma de abrazo y poneros en el pecho una medalla en forma de las miles de lágrimas que he derramado cuando he escuchado vuestras voces de aliento.
OS QUIERO.
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Maitechu -
Beatriz -
Di -